jueves, 21 de marzo de 2013

LA ROMANA
Alberto Moravia
Losada S.A., Buenos Aires, 1963.

  

Tiro al blanco

Compra en casa de libros usados. Buscaba un italiano y se vino a casa este autor archiconocido pero que nunca había leído.

El autor

Moravia nace en 1907 en Italia. Crece en una familia burguesa de buena posición económica. Durante su juventud una enfermedad lo obligará a estar postrado por cinco años, lo que le dificulta sus estudios. Apenas podrá recibir el título de bachiller; sin embargo se forma a sí mismo a través de la lectura. En este sentido Moravia es un self made man, algo no demasiado raro en su época pero que hoy suena extraordinario.

A partir de 1929 comienza a publicar. En época del fascismo trabaja como periodista en La Stampa bajo las órdenes de CurzioMalaparte. Más tarde fundará sus propias publicaciones Caratteri y Oggi. Por la misma época algunas de sus novelas, de fuerte contenido social, son censuradas por el régimen fascista.

Posteriormente a la guerra escribirá sus obras más famosas y recibirá varios premios como escritor. Paralelo a ello mantendrá su trabajo como periodista, escribiendo también críticas para cine. Amigo personal de Passolini, fundará con su respaldo la publicación Nuovi Argomenti, revista literaria de gran influencia. En los ´60 varias de sus obras serán llevadas al cine.

Todo el tiempo que leemos la obra de Moravia tenemos la sensación de estar viendo una película del neorrealismo italiano. Pero no es sólo una cuestión contextual. Hay como una voluntad de presentar con todo detalle realista un mundo demolido que intenta reconstruirse, donde los personajes trasuntan de un lado a otro intentando sobrevivir de la mejor manera, dejando la parte del pellejo que por esa época era necesario dejar para poder comer. Todo el tiempo está esa sensación existencialista de que los personajes viven al borde del precipicio.

El libro

Esta famosa obra de Moravia tiene como telón de fondo la Italia devastada tras la guerra. La historia central, contada en primera persona y a modo de memorias, es la de Adriana, una joven romana que ha tenido la suerte (o la desdicha) de nacer hermosa en un medio de pobreza. Todo el tiempo se transparenta en la trama la enorme brecha social entre los ricos y los pobres, brecha que para los últimos es imposible atravesar. Esta belleza de Adriana será una suerte de predestinación que pende todo el tiempo sobre ella. Es la que hace que su madre (que el lector odia desde las primeras páginas), un mal bicho que quiere salir de la pobreza a como de lugar, la empuje todo el tiempo por un camino que no tiene otra salida que la prostitución.

Es su madre la que la hace posar desnuda para un pintor, en un oficio que en esos tiempos llevaba connotaciones impuras. Allí Adriana, una joven inocente que sólo sueña con formar una familia como la que nunca tuvo; se encuentra con Gisella, otra mala influencia que la ayudará a profundizar el camino que ya su madre había trazado. También conoce a Gino, chofer de una familia acaudalada que la conquista y la engaña haciéndola ilusionar con casarse (lo que es imposible porque el ya está casado); y se queda con su "honor". El tema de la virginidad es un eje sobre el que gira buena parte del argumento. Desde luego no es algo que surja del autor, sino que es parte del contexto sexualmente opresivo de esos tiempos. Una vez atravesada esa barrera fuera del matrimonio, Adriana queda manchada, sobre todo para ella misma; es como si la prostitución fuera un paso natural luego del desengaño amoroso. En este sentido la novela es toda una declaración de la moral de una época.

La narración se desenvuelve entre estos personajes que la pueblan, y que parecen puestos allí expresamente para que la vida de Adriana adquiera ribetes cada vez más tortuosos. Hasta desembocar, con la amargura de quien se siente acorralado e inexorablemente condenado de antemano, en la decisión de de prostituirse; decisión que más parece haber tomado la vida que ella misma. En ello ayudará la aparición de Astarita, un poderoso funcionario de la policía política que se enamora de Adriana y la obliga a tener relaciones con él, en una suerte de emboscada preparada por Gisella.

Ya de lleno en su vida de prostituta, Moravia se dedica a describir los mecanismos psicológicos a través de los cuales Adriana consigue superar la dureza de su oficio sin perder su inocencia y la esperanza de una vida mejor. En esto no sale muy bien parado el autor, porque a pesar de haber pergeñado minuciosamente el destino infeliz de la romana (no porque el de la prostituta tenga que serlo forzosamente sino porque Moravia hace de Adriana fundamentalmente una puta triste); se dedica a sugerir una tendencia natural de Adriana hacia el deseo y la voluptuosidad. Una especie de inclinación suya (que tiene algo de lombrosiana) hacia el pecado, que desarma un poco el laborioso terreno de perdición que Moravia le prepara. En esto hay una especie de tensión contradictoria dentro del texto. No se termina de saber si Adriana se hace prostituta porque el contexto la empuja a eso, o porque tiene una inclinación a ello; o simplemente esa inclinación le ayuda a aceptar su destino.

En la segunda parte del libro aparece Mino (diminutivo de Giacomo). Un anarquista de diecinueve años del que Adriana se enamora perdidamente. Este joven, estudiante provinciano de "buena familia", tiene algo que lo comunica con aquel otro personaje, Renaud, de Christiane de Rochefort en su obra El reposo del guerrero. Giacomo es un joven brillante, inteligente, pero igualmente cínico y autodestructivo; incapaz de amar a otra persona que no sea él mismo. Quizás sea el personaje más dañino para Adriana, porque la distrae de su destino de tristeza y resignación pero sólo para sumergirla en un infierno más complejo y tortuoso que ella enfrenta a puro amor.

El desenlace de todo este enredo de personajes, a los que se integran Solsogno, un matón y asesino que Gino le presenta a Adriana; Astarita,  que sale y entra de la trama todo el tiempo, incluso a pedido de Adriana que permanentemente le solicita favores por su destacada posición dentro de la policía; tiene mucho de un aroma a melodrama que bordea todo el tiempo esta novela.

Es destacable de esta segunda parte, un pasaje un poco descolgado donde Adriana visita a Gisella en un piso que le ha "puesto" uno de sus amantes. Moravia demuestra aquí que tiene talento para describir en ese edificio reluciente a funcionalismo, a una Italia rica que resucitaba tras la guerra, en fuerte contraste con esa Italia pobre que buscaba, como Adriana, el modo de sobrevivir.

Conclusiones

Novela un poco larga, que uno se siente tentado por momentos a llamar novelón. La prosa de Moravia es sencilla, realista de un modo directo, que sólo se hace más honda a la hora de describir la psicología de los personajes. Ese mismo estilo, un poco seco, es lo que quizás hace al libro algo pesado, además de que es deprimente ver rodar todo el tiempo al personaje de Adriana de una situación mala a otra peor. Lo interesante es el telón de fondo de esta Italia de posguerra; más todas las implicancias de una sociedad fuertemente tabicada y separada por lo económico. La inequidad se hace palpable y de algún modo influye en la trama de la novela a través del destino de los personajes. Este realismo con toques de novelón sentimental, a veces recuerda a Dickens por el infortunado destino de los personajes; pero en el autor inglés se nota el artificio, como si uno estuviese asistiendo a una pieza teatral. Aquí en cambio la realidad se presenta cruda y dura, y los protagonistas dan la sensación que no hacen más que rodar en un escenario que a veces si inclina peligrosamente, hasta dejarlos al borde del precipicio.

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