miércoles, 7 de agosto de 2013

TRISTES TROPICOS

Claude Levi Strauss
Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1988.


Tiro al blanco

Descargado de la Web en pdf, medio leído en la compu medio impreso (me quema la cabeza leer en la PC).

El autor

Archiconocido antropólogo del que no leía nada desde los textos de la facultad. Nacido en 1908 y muerto en 2009 (sí leyó bien, 101 años). Fue uno de los referentes de la etnografía del siglo XX, e impulsor del estructuralismo en antropología. Sus trabajos, como éste que reseño, y sobre todo "El pensamiento salvaje" dieron el golpe de gracia al mito de que los pueblos primitivos son una suerte de "infancia de la civilización", gran falacia sobre la que se edificó buena parte de los diversos imperialismos con que occidente dominó al tercer mundo.

El libro

Tristes trópicos reseña los viajes realizados por Levi Strauss en  Brasil entre los años 1935 y 1941. El libro no es un tratado de antropología sino una mezcla de relato de viajes, bitácora y diario personal; pero también de pensamientos dispersos y de teorías, algunas muy originales y polémicas.

Levi Strauss compone un texto alejado de la ciencia dura. Tristes Trópicos es ante todo un libro en el que el autor no quiso dejar nada afuera, y es por tanto una obra por momentos sorprendente. Y decimos sorprendente para lo que uno puede esperar de un texto académico, que no lo es; pero del que, por prejuicio quizás, el lector espera otra cosa.  
 
Y se encuentra con Tristes Trópicos. El libro inicia como un típico libro de viajes, la consabida descripción de los preparativos y travesías en paquebote, más los móviles que como etnógrafo lo llevaban a Levis Strauss a internarse en las selvas del Mato Grosso brasilero, para intentar encontrar alguna tribu que no estuviese contaminada (o contaminada lo menos posible) por la civilización. El inicio de la expedición tiene además como condimento el ambiente europeo de preguerra, con una invasión a Francia de la que el autor se enterará en medio de la selva.

Pero el hecho que apuntamos: en Tristes Trópicos el autor no quiso dejar nada afuera (lo que lo hace original, pero a veces también inesperado y hasta de despareja calidad) se ejemplifica muy bien en la enumeración de ciertos pasajes que incluyen:

a) La descripción de una puesta de sol en el mar. Cinco páginas de vuelo poético a toda vela que el autor o el editor tuvieron a bien imprimir en letra cursiva; como si así hicieran ese pasaje más personal o "de puño y letra". Cosa rara considerando que el libro está escrito en primera persona y no esquiva apreciaciones ni consideraciones íntimas.

b) Una extraña teoría que afirma que la escritura no ayuda a la emancipación de los pueblos sino a su esclavitud. A la luz de consideraciones históricas un poco traídas de los pelos Levi Strauss plantea esta aventurada hipótesis, en contra de todo lo que puede considerase ortodoxo: pensar que la cultura (y la escritura es una parte fundamental que la compone) sirve para ayudar a la emancipación, el crecimiento democrático, la difusión de conceptos tales como dignidad, igualdad, derechos, etc.; de los pueblos que acceden a ella.

c) La inclusión del argumento para una obra de teatro que al autor se le ocurrió en un período de hastío selvático, cuando tuvo que esperar durante una semana que su equipo de porteadores llegaran de no se qué lejana meseta brasilera. Que el bueno de Claude tuviese inquietudes en dramaturgia, no lo habilita a que propine al lector con seis páginas de la transcripción del argumento lleno de citas eruditas sobre la vida del emperador Augusto.

d) Un largo epílogo donde Levi Strauss manifiesta todos sus conflictos existenciales por la profesión que eligió. Yo supongo que el autor los transcribe porque entiende que son los mismos que se les plantearán a todos los etnógrafos, y quiere de algún modo llevar algo de consuelo con el viejo ardid de la empatía. Sin embargo se va a la banquina cuando afirma (más o menos) que la etnografía occidental es una herramienta llamada a mostrar a la humanidad el modo de salir del destino fatal que se estaba trazando. Vale decir que el libro fue publicado en los años ´50s, plena época de posguerra mundial y Guerra Fría en auge; un período en que se podía ser pesimista sin demasiado esfuerzo, lo que quizás justifique (un poco) este final a toda orquesta.

Quien esté leyendo este comentario podrá pensar que Tristes Trópicos es un bodrio, porque hasta aquí las que se han dicho son apreciaciones más o menos negativas. Sin embargo, por lo desmesurado quizás de la ambición de este autor, no hicimos sino describir las cosas que se salen del libro, lo que se advierte como sobrante o como anécdota, pero que, si vamos a ser justos, también hacen del libro lo que es: algo más que un mero tratado académico. Pero si vamos a lo medular, a lo realmente interesante, caemos precisamente en la parte académica del libro. Los estudios realizados por Levi Strauss en las diversas tribus con las que entabla contacto en el Brasil. Los caduveo, los bororo, los tarundé, los nambiquara, los tupí-kawaíb, desfilarán ante nuestros ojos a través de las excelentes descripciones, y más que nada apreciaciones y análisis del ojo entrenado de Levi Strauss.

Las soluciones a  los problemas que toda sociedad plantea, alejadas de las de occidente, sorprenden por su lógica y su originalidad. Por citar un ejemplo, en la sociedad nambiquará el jefe de la tribu puede practicar la poligamia. Por lo limitado del número de miembros de la tribu y la avidez del jefe por contar con varias compañeras, deja a los hombres más jóvenes sin pareja. Solución: a los jóvenes adolescentes se les deja practicar libremente la homosexualidad, por la cual no se los juzga o se los condena de ningún modo, tomando esa práctica como algo aceptable y natural. ¿Cuánto hace que occidente se ha vuelto tolerante hacia esa variante sexual? ¿Diez años?

En este sentido, la importancia de la obra de Levi Strauss y no sólo de este libro, es la de manifestar con ejemplos y un profundo trabajo de campo, su convicción de que los pueblos llamados salvajes no tienen un desarrollo cultural inferior al de occidente. Esta verdad, natural en nuestros tiempos, era un contrapelo soberbio a las teorías raciales de su época que, recordemos, fundamentaron la absurda, monstruosa, demencial (no sirven los adjetivos habría que inventar otros) matanza nazi, casi contemporánea a la publicación de Tristes Trópicos.

La hipótesis principal de Levi Strauss, el motor íntimo que lo lleva a su largo derrotero por el mundo desempeñando la etnografía, profesión ardua y descorazonadora, es pensar que todos los pueblos y las culturas del mundo se enfrentan a un mismo problema: desarrollar una serie de mecanismos por medio de los cuales su sociedad pueda vivir lo mejor posible. Cada grupo humano responderá a los mismos problemas con diferentes respuestas. Lo original, lo radical de la propuesta de Levi Strauss, es plantear que ninguna respuesta es mejor que otra. Que ninguna cultura, ninguna organización social, ningún país o nación es superior a otro. Para ello se aboca a la tarea de encontrar las constantes, las repeticiones, las coincidencias que vinculan a pueblos lejanos geográfica y temporalmente. Es en sí, y él mismo lo deja claro, un destino ecuménico el que Levi Strauss se plantea con esa teoría. La integración en lugar de la disgregación, la búsqueda de lo común que nos une con los otros (la otredad y el miedo a la otredad) en lugar de las diferencias (a veces sorprendentes, a veces chocantes) que nos dividen.

Conclusiones

Polimorfo, accesible desde diversos ángulos: el del libro de viajes, el del diario, el de la reflexión o el de la ciencia, Tristes Trópicos es como una sinfonía cuyos movimientos no tienen por fuerza que agradar todos con una misma intensidad. Como primer peldaño hacia el interés de una disciplina, la antropología, puede resultar estimulante al no ser tan árido como un texto puramente académico. Resulta por momentos un texto de esos que hacen de la lectura una compulsión, algo que nos reclama cuando la vida nos aleja del libro que estamos leyendo. En otros pasajes, el fluir del texto se estanca y el interés se aleja del lector. Buen ejemplo de ellos son esos momentos reseñados arriba: descripciones demasiado extensas del contexto, fragmentos que nada tiene que ver con la selva, teatro, dudas existenciales sobre la reinserción social del viajero vuelto al terruño, etc. Desparejo por momentos, penalizado un poco por su extensión: 468 páginas de texto menudo; pero atrapante en muchos pasajes extensos. Interesante per se y por ser obra basal de uno de los grandes pensadores del siglo XX.

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